La profunda relación entre el método y la materia de didáctica se hace evidente en el hecho de que la enseñanza brinda constantemente oportunidades que construyan un atractivo para la actividad del alumno, y esto sólo se logra cuando lo que se comete es afín a la experiencia del aprendizaje, cuando tiene para este un significado estimulante que habrá de traducirse en una activa intervención de su persona; entonces se consigue un trabajo auténtico y enriquecedor de la experiencia del estudiante, y no sólo una simple asimilación de informaciones que no llegan a adherirse en la intimidad del escolar qué pronto las olvida o no las usa eficientemente.
Está claro que esta identidad entre el educando y la materia de didáctica propiciada la aplicación del método, ya que este debe adaptarse también a la necesidad y capacidad del escolar para la adquisición de experiencias.
El contenido se ha de asimilar el alumno determina cómo se ha de manejar, como se ha de presentar, como se ha de combinar, como se ha de organizar, que ha de escoger y que rechazar; en síntesis; como se ha de establecer la identificación del alumno y el objeto por aprender todavía más, el contenido de la materia de didáctica tienen una historia, la de su hallazgo o de la elaboración y precisamente no pocas veces en esta historia el método encuentra en el procedimiento, la forma o los pasos a seguir en la dirección del aprendizaje.
Esto explica por qué se recomienda no sobrecargar los programas escolares y sí sacar de plano de ellos todo amontonamiento perjudial, de manera que a cambio de una disminución en la cantidad, se asigna mayor calidad en el sentido que signifique experiencia realmente valiosa para el educando, hecho que por sí mismo ayudará a la explicación más eficaz del método. Que para que dé frutos exige que se aplique en un trabajo en el cual se manejen experiencias verdaderamente reales.
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